sábado, 10 de enero de 2015

Somos hijos amados

Con la fiesta del Bautismo de Jesús se cierra el tiempo de Navidad e inauguramos el tiempo llamado "Durante el año", tiempo ordinario.

Es lindo ver la navidad desde le el bautismo. Recordemos que Navidad viene de natividad, nacimiento y que para los cristianos el bautismo es el nacimiento a la vida de fe.

Con anterioridad, era muy común que a los pocos días de nacer los papas pidieran el bautismo para sus hijos y no esperaban, como muchas veces ocurre ahora, al cumpleaños o algún otro evento. Sabían que les estaban regalando algo lindo: la fe. No pocas veces vemos que muchos chicos viene a hacer su preparación a la comunión y no están bautizados.

Por eso hoy me gustaría que contempláramos el Bautismo de Jesús y el nuestro.

Hoy en el evangelio, terminado el bautismo de Jesús por Juan, se escucha desde el cielo la voz del Padre que dice: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección.»

Y en esto me gustaría detenerme: somos hijos queridos, amados. El día de nuestro bautismo somos marcados para siempre, algo que nunca se borra. Somos hijos amados, somos marcados por ese amor grande de Dios. Reconocer esto nos tiene que hacer descubrir lo que valemos: somos amados por los que somos no por lo que hacemos.

Dios nos quiere porque somos sus creaturas, sus hijos, y no puede desdecirse de eso. No nos quiere si nos portamos bien, y si pecamos deja de querernos. Nos ama y apuesta por que cambiemos de vida. Desde ese amor que nos tiene nos busca y quiere que nuestro corazón se llene constantemente de su presencia. El pecado ocupa ese lugar que tendría que ser de Dios.

Renovemos en este día nuestro ser hijos amados. Pidamos el regalo de la pureza que recibimos el día de nuestro bautismo. Renovemos nuestro bautismo y preparémonos para el envío, ya que desde la experiencia de ese amor somos enviados a compartir a Jesús.

Bendiciones para todos y una buena semana.


P. Javier

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