Viernes 14 por la
mañana todo dispuesto para lo cotidiano y en especial para la finalización de
las clases en el colegio. Sorpresa: la televisión en la puerta de la parroquia
y preguntando por mí y el robo.
En ese instante tomo
conciencia de que la carta que habíamos mandado al diario Clarín había sido publicada. En varias oportunidades nos habían
ayudado y otra vez lo hicieron.
Un robo de comida —buscando
paliar una necesidad—, una carta y los medios despertaron la solidaridad. Los
mails y las redes sociales, el teléfono que no paraba.
Llamados y gente
acercándose durante todo el viernes y el fin de semana. Periodistas que no
pusieron la mirada en lo malo sino por sobre todas las cosas en lo bueno que
viene. Muchos que pudimos recibir y atender, otros a los que les debemos la
disculpa por no alcanzar a corresponder la generosidad de la llamada.
Siempre se dice que
nuestra gente es solidaria: así lo es. Los vecinos y los lejanos; amigos y
desconocidos transformaron un momento de zozobra en bonanza.
Este hecho triste ayudó
a mostrar que la obra de amor es más grande que cualquier dificultad.
Lo que pasa, sea bueno
o malo -el robo en este caso- nos da siempre la oportunidad de hacer consciente
lo que cotidianamente, y en especial para las fiestas, se hacen en las distintas
comunidades.
Muchas hermanas y
hermanos de la parroquia daban gracias por esta exposición, pero me decían “qué feo es que vengan
por lo que pasó”. La respuesta de otros junto a la mía era “qué bueno que
podamos contar lo que vivimos en el barrio”.
Muchos se enteraron a
cuántas familias ayudamos y que cada una no recibe para las fiestas solo algo
de mercadería —pobre en relación a lo que necesitan— sino que buscamos que se
enriquezca con pan dulce, turrones y confituras como la de cualquiera de
nosotros.
La Navidad es tiempo
de fiesta en el que hacemos presente el amor de Dios que quiere compartir la
historia humana haciéndose hombre. Quiere estar con vos y conmigo, pero muy
especialmente cercano de aquellos que están existencialmente solos.
Las fiestas para
nosotros no son solo un poco de mercadería sino también la oportunidad de abrir
las puertas de la parroquia para agasajar a quienes quieran, compartiendo la
mesa el 24 después de la misa.
Este espacio se fue
abriendo de a poco entre los fieles y aquellos que están solos: familias que
traen lo suyo, abuelos que vamos a buscar, algún que otro enfermo. Este año
Dios mediante incorporaremos a quienes viven en situación de calle, a los que
se les da un plato de comida todos los viernes por las noches cuando los
voluntarios salen a recorrer el barrio.
Podríamos decir que
fue un “robo bendito”. Trajo bendición, solidaridad y la posibilidad de contar
y mostrar lo que hacemos, como tantas capillas y parroquias a lo largo y ancho
del país.
Recordemos que Navidad
es Jesús, es el Emmanuel el “Dios con nosotros”, cerca nuestro, de nuestra
vida, de nuestra realidad.
Queremos una Navidad
para todos, donde nadie esté solo. Abramos el corazón a la venida del Salvador.
Dios nos bendiga a
todos, pero en especial a todos aquellos que en estos días y a lo largo del año
hacen posible que haya menos excluidos.
hola, buenas tardes. le escribo luego de ver la nota tan linda sobre la solidaridad en estos tiempos navideños. me gustaría colaborar y para eso le dejo mi mail para que nos comuniquemos.
ResponderEliminarpatgarciau@yahoo.com.ar
feliz navidad a ud. y a los feligreses de la parroquia.
saludos
patricia