Buenas tardes y bienvenidos.
Esta mañana la ciudad los vio caminar en cuatro columnas. La vida joven recorría la ciudad con un mensaje. Un mensaje de esperanza.
Porque los jóvenes, al mirar adelante, predican la esperanza, son testimonio de esperanza. Esa esperanza que ustedes cuidan. Esa esperanza que una vez les dije que no se las dejaran robar. ¿Se acuerdan?
El apóstol San Juan en una carta dice a los jóvenes: “Les escribo a ustedes, jóvenes, porque son fuertes”. La fuerza de ustedes está en la divinidad.
No se dejen despreciar la dignidad. Que nadie los menosprecie y los desprecie. Ustedes valen por lo que son, ustedes valen por lo que esperan, ustedes valen porque miran al futuro. No se dejen despreciar la dignidad. ¡Y cómo te desprecian la dignidad cuando te drogan la ilusión y te achatan la vida! Cuando no dejan que tu vocación nazca y entra a funcionar esa guillotina horizontal que aquel que levanta un poco la cabeza se la cortan. Aquel que quiere expresar su ideal no lo dejan.
A ustedes Dios, la patria les pide que cada uno de ustedes sea lo que debe ser.
Que cada uno de ustedes lleve adelante su vocación.
Que no se dejen nivelar hacia abajo.
Dejar que les desprecien la dignidad es dejarse nivelar hacia abajo. Nunca se dejen nivelar hacia abajo.
No se dejen prostituir el amor, ese amor que los va a tirara adelante, los va a llevar.
Piensen estas cosas. Piensen en la dignidad que tienen, que no la pueden baratear.
No se dejen meter el perro.
No se dejen mojar la oreja.
Miren siempre adelante.
No les crean a los mercachifles de ilusiones que te drogan la vida, te prostituyen el amor, que te cortan tu propia vocación.
Crecé. Da testimonio de lo que sos. No te dejes baratear la vida. No te dejes despreciar la dignidad.
Con estos deseos de esperanza, de alegría, de mantener la vocación, la dignidad seguimos caminando hacia Plaza de Mayo.
Que Dios los bendiga.
Sábado 25 de Junio de 2011
Ciudad de Buenos Aires, Plaza de los Dos Congresos
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