lunes, 31 de diciembre de 2012

El abrazo de la Madre, la bendición de Dios


El centro de la primer lectura de la fiesta de Madre de Dios es la llamada bendición de Aarón que dice así: "Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz."


Es interesante ver que la liturgia de la Palabra comienza con una bendición y eso llevó a contemplar a la Virgen, nuestra Madre como una bendición...

María es el regalo del Señor que nos trae la bendición y la protección. Humanamente la experiencia más profunda de protección es el abrazo, el beso en la frente y la caricia de la Madre. Es el refugio natural de cualquier de nosotros, y es María el refugio natural del hombre peregrino.

Ella es el rostro resplandeciente que brilla y le saca la tristeza al nuestro. ¡Cómo cambian los rostros cuando nos sonríe mamá, cuando nos muestra su gracia, es decir, toda esa vida interior que desborda en los gestos de amor cotidianos!

Ese rostro concede paz, libera de las esclavitudes, nos invita a la libertad.

María, Madre de Dios, tu abrazo es la bendición de Dios.

Madre Santísima cuida la obra de Dios, que somos tus hijos...


domingo, 30 de diciembre de 2012

La fe es luz y camino en oscuridad (Misa con Familiares de Víctimas de Cromañón) - Mons. Jorge Lozano


Misa con Familiares de Víctimas de Cromañón
Catedral de Buenos Aires
Predicación del 30 de noviembre de 2012

La fe es luz y camino en oscuridad

Estamos en el contexto de la Navidad. En ella celebramos que Dios se hace hombre, uno de nosotros. ¿Qué significa? Que Aquel que creó el Universo, la rica diversidad vital de nuestro Planeta, Aquel por quien todo existe y se mantiene en la subsistencia, quiso caber en el vientre joven y virginal de María, y ser dado a luz en una gruta en Belén.

La Palabra del Evangelio (que significa Buena Noticia) de hoy nos hace pegar un salto de 12 años: de la gruta de Belén al Templo de Jerusalén. Los actores principales siguen siendo los mismos.

San Lucas nos muestra el espíritu religioso de una familia piadosa que realiza esta peregrinación todos los años. La Ley (Torá) prescribía que todo israelita debía acudir al Templo anualmente en sus tres fiestas más importantes (la Pascua, la fiesta de las Semanas y la fiesta de las Tiendas). Para los niños esta obligación comienza a regir desde los 13 años. San Lucas nos quiere mostrar que Jesús vive esta piedad desde antes de que sea “obligatorio”. Hoy diríamos que es un devoto convencido.

Ellos peregrinan no sólo como familia, sino como parte de un Pueblo creyente.

El Papa Benedicto comenta este texto y nos dice que “al ir tres veces al año al templo, Israel sigue siendo, por así decirlo, un pueblo de Dios en marcha, un pueblo que está siempre en camino hacia Dios, y recibe su identidad y su unidad siempre nuevamente del encuentro con Dios en el único templo”. (Ratzinger, Joseph. La infancia Jesús, Grupo Editorial Planeta, 2012, pág. 126)

Se ve que en la peregrinación Jesús tiene libertad para decidir si va con sus padres, sus amigos del barrio, otros vecinos o familiares. Por eso José y María no notan su ausencia sino hasta la noche en que cada familia se reúne para descansar juntos de la marcha.
Y en ese momento se dan cuenta de que él no estaba en la comunidad peregrina. Regresan entonces a Jerusalén.  

Al encontrarlo en el Templo al menos dos cosas sorprenden a José y María: lo que ven y lo que escuchan. Lo ven “en medio de los doctores de la Ley”, lugar de los grandes (de edad), pero no de los niños; casi una irreverencia. Pero es más sorprendente aún lo que escuchan: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”. Jesús, con sus apenas 12 años, presenta con claridad su misión y su pertenencia a Dios, su Padre. Una misión que no comprendieron en ese momento a qué se refería. Por eso San Lucas lo consigna con claridad: “Ellos no entendieron lo que les decía”.

Les invito a no pasar de largo ante esta afirmación de San Lucas, que el Papa comenta de este modo: “Incluso la fe de María es una fe ‘en camino’, una fe que se encuentra a menudo en la oscuridad, y debe madurar atravesando la oscuridad. María no comprende las palabras de Jesús, pero las conserva en su corazón y allí las hace madurar poco a poco” (íd., pág 124).

Cómo nos sentimos identificados con esta fe en camino, en medio de la oscuridad.

Hoy nos encontramos en este Templo, al que muchos de ustedes vienen mes a mes, año tras año. Nos mueve el cariño y el amor a quienes murieron de manera incomprensible, absurda, violenta hace ocho años. Como María, guardamos estos acontecimientos en el corazón y los vamos meditando y rumiando. Como si fuéramos amasando el dolor humedecido por las lágrimas, fortaleciendo las manos con el cariño de los hermanos de peregrinación, y en todo sostenidos por el consuelo del Espíritu Santo. También hoy nos reconocemos comunidad en marcha: comunidad identificada en el dolor, en la fe que nos hace hermanos, en la esperanza que nos hace peregrinos.

En la marcha de estos años hubo y habrá obstáculos de afuera y tentaciones de adentro. Ustedes saben a qué me refiero.

De afuera está el ninguneo, las dilaciones, las incomprensiones de la sociedad consumista y egoísta, la mirada fría de algunos observadores y opinólogos, los agoreros del fracaso o los que pretenden diluir el dolor en explicaciones reduccionistas.

A la par, una justicia que va llegando con sus tiempos y sus respuestas. O como le habla la poetisa a la “señora de los ojos vendados”: “Ilumina al juez dormido / apacigua toda guerra /  y hazte reina para siempre /  de nuestra tierra. (…) / / Señora de ojos vendados, / con la espada y la balanza / a los justos humillados / no les robes la esperanza. / Dales la razón y llora / porque ya es hora”. 

Y desde dentro del corazón también experimentamos la tentación de la fatiga, del escepticismo del “nada va a cambiar”, o del “no podemos remar contra la corriente”, la decepción, la postración. Somos débiles y frágiles, aun cuando a la hora de luchar sacamos fuerzas de lugares interiores desconocidos.


Como pueblo en marcha, también atravesamos momentos de la fe que camina en la oscuridad y otros de más luz. Estos últimos siempre los reconocemos en la cercanía de Dios y de los hermanos. ¡Cómo rehacemos fuerzas en cada abrazo y cada beso! ¡En cada mirada cargada de ternura!

En la Navidad Dios se nos hace cercano en la fragilidad del Niño de Belén. Abramos las puertas del corazón para que nos bañe con su luz.

+ Jorge Eduardo Lozano
Obispo de Gualeguaychú

EL EJEMPLO DE NAZARET de Pablo VI

De las Alocuciones del papa Pablo sexto
(Alocución en Nazaret, 5 de enero de 1964)

EL EJEMPLO DE NAZARET

Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio.

Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizá de una manera casi insensible, a imitar esta vida.

Aquí se nos revela el método que nos hará descubrir quién es Cristo. Aquí comprendemos la importancia que tiene el ambiente que rodeó su vida durante su estancia entre nosotros, y lo necesario que es el conocimiento de los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, las prácticas religiosas, en una palabra, de todo aquello de lo que Jesús se sirvió para revelarse al mundo. Aquí todo habla, todo tiene un sentido.

Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de una disciplina espiritual si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo.

¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo quisiéramos volver a empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina!

Pero estamos aquí como peregrinos y debemos renunciar al deseo de continuar en esta casa el estudio, nunca terminado, del conocimiento del Evangelio. Mas no partiremos de aquí sin recoger rápida, casi furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazaret.

Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros.
Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que sólo Dios ve.

Se nos ofrece además una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social.

Finalmente, aquí aprendemos también la lección del trabajo. Nazaret, la casa del hijo del artesano: cómo deseamos comprender más en este lugar la austera pero redentora ley del trabajo humano y exaltarla debidamente; restablecer la conciencia de su dignidad, de manera que fuera a todos patente; recordar aquí, bajo este techo, que el trabajo no puede ser un fin en sí mismo, y que su dignidad y la libertad para ejercerlo no provienen tan sólo de sus motivos económicos, sino también de aquellos otros valores que lo encauzan hacia un fin más noble.

Queremos finalmente saludar desde aquí a todos los trabajadores del mundo y señalarles al gran modelo, al hermano divino, al defensor de todas sus causas justas, es decir: a Cristo nuestro Señor.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Una carta que multiplicó la solidaridad


Viernes 14 por la mañana todo dispuesto para lo cotidiano y en especial para la finalización de las clases en el colegio. Sorpresa: la televisión en la puerta de la parroquia y preguntando por mí y el robo.
En ese instante tomo conciencia de que la carta que habíamos mandado al diario Clarín había sido publicada. En varias oportunidades nos habían ayudado y otra vez lo hicieron.
Un robo de comida —buscando paliar una necesidad—, una carta y los medios despertaron la solidaridad. Los mails y las redes sociales, el teléfono que no paraba.
Llamados y gente acercándose durante todo el viernes y el fin de semana. Periodistas que no pusieron la mirada en lo malo sino por sobre todas las cosas en lo bueno que viene. Muchos que pudimos recibir y atender, otros a los que les debemos la disculpa por no alcanzar a corresponder la generosidad de la llamada.
Siempre se dice que nuestra gente es solidaria: así lo es. Los vecinos y los lejanos; amigos y desconocidos transformaron un momento de zozobra en bonanza.
Este hecho triste ayudó a mostrar que la obra de amor es más grande que cualquier dificultad.
Lo que pasa, sea bueno o malo -el robo en este caso- nos da siempre la oportunidad de hacer consciente lo que cotidianamente, y en especial para las fiestas, se hacen en las distintas comunidades.
Muchas hermanas y hermanos de la parroquia daban gracias por esta exposición, pero me decían “qué feo es que vengan por lo que pasó”. La respuesta de otros junto a la mía era “qué bueno que podamos contar lo que vivimos en el barrio”.
Muchos se enteraron a cuántas familias ayudamos y que cada una no recibe para las fiestas solo algo de mercadería —pobre en relación a lo que necesitan— sino que buscamos que se enriquezca con pan dulce, turrones y confituras como la de cualquiera de nosotros.
La Navidad es tiempo de fiesta en el que hacemos presente el amor de Dios que quiere compartir la historia humana haciéndose hombre. Quiere estar con vos y conmigo, pero muy especialmente cercano de aquellos que están existencialmente solos.
Las fiestas para nosotros no son solo un poco de mercadería sino también la oportunidad de abrir las puertas de la parroquia para agasajar a quienes quieran, compartiendo la mesa el 24 después de la misa.
Este espacio se fue abriendo de a poco entre los fieles y aquellos que están solos: familias que traen lo suyo, abuelos que vamos a buscar, algún que otro enfermo. Este año Dios mediante incorporaremos a quienes viven en situación de calle, a los que se les da un plato de comida todos los viernes por las noches cuando los voluntarios salen a recorrer el barrio.
Podríamos decir que fue un “robo bendito”. Trajo bendición, solidaridad y la posibilidad de contar y mostrar lo que hacemos, como tantas capillas y parroquias a lo largo y ancho del país.
Recordemos que Navidad es Jesús, es el Emmanuel el “Dios con nosotros”, cerca nuestro, de nuestra vida, de nuestra realidad.
Queremos una Navidad para todos, donde nadie esté solo. Abramos el corazón a la venida del Salvador.
Dios nos bendiga a todos, pero en especial a todos aquellos que en estos días y a lo largo del año hacen posible que haya menos excluidos.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Algunas consideraciones entorno a la figura de Susana Trimarco y su lucha


Como la gran mayoría de los que vivimos en Argentina estuve siguiendo por los medios lo que sucedia en los tribunales de Tucumán en relacion al juicio por la desaparición de Marita Verón.

En ese camino fuimos conociendo y reconociendo a Susana Trimarco, su mamá, y a su hija Micaela, como mujeres merecedoras de respeto. Mujer coraje e hija ejemplar, que con pocos años muestra mayor dignidad que muchos de los que con la acción u omisión hacen posible que cientos de mujeres desaparezcan y crezca la trata y la prostitución.

No soy especialista en derecho y no se si la sentencia de absolución de los 13 imputados estuvo bien o mal, lo cierto es que sorprendió a todos.

Sorprende que no haya en todo el país condenados por este tema.

Sorpresa es que haya caido el estado parlamentario del proyecto de reforma de la ley antitrata. De esto los legisladores tendrán que dar cuenta, y por sobre todas las cosas llamarse a un religioso silencio.

Hay una sensación común que detrás de la trata hay una red política, policial y judicial que la hacen posible, si no fuera así es increíble que haya tantas desapariciones.
  
Como sociedad tenemos que sacarnos el sombrero ante Susana Trimarco, esa mujer fuerte y capaz de todo por su hija, su nieta y por tantas chicas que lograron la libertad, gracias a su lucha y la de su fundación.

Lo que el estado no hace, no puede o no quiere hacer, lo logró instalar una MUJER con convicciones y coraje para enfrentar la dificultad, llena de amenaza que incluían atentar con su vida y la de su nieta.

Que paradoja, al otro día de celebrar el día de los DDHH, contemplamos uno de los ataques más grandes a la dignidad de las personas que va más allá de un juicio, es un modo de ser social que tenemos que cambiar.

La indiferencia de algunos, el abuso y uso de las mujeres de otros, y la ausencia del poder del estado hacen posible mucho de lo que hoy estamos llorando.

Acompañemos a Susana y su lucha, que sea la de todos.

Terminamos el día con dolor en el alma, ojalá que sea solo algo pasajero y que la justicia aparezca, junto a Marita.