Carta Pastoral del Sr. Arzobispo
Card. Mario A. Poli
Cuaresma: enternecer el corazón
"Lo que cada uno sustrae a sus placeres,
lo dé a favor de los débiles y pobres"
S. León, sermón cuaresmal
Queridos hermanos:
En la liturgia del primer domingo de Cuaresma, como Iglesia
suplicante pedimos al Dios de toda misericordia: "concédenos avanzar en la
inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en plenitud"
La Cuaresma cristiana que iniciamos con la imposición de las
cenizas nos introduce cada año más intensamente en la celebración del Misterio
Pascual de Cristo, participación en su muerte, resurrección y ascensión. Así
aspiramos a que la victoria de Cristo, nuestra Cabeza, se cumpla en todo su
pueblo santo.
Hoy la Iglesia, prolonga y perfecciona esta Pascua de Cristo, el
Señor de la historia, a lo largo del tiempo, pasando continuamente de la muerte
del pecado a la vida nueva y gozosa de la gracia.
Si bien todo el Año
Litúrgico es una llamada a asimilar el Misterio de Cristo, durante la Cuaresma
y la Pascua lo experimentamos con mayor intensidad.
Bellamente, los cinco
domingos en un "in crescendo" nos "inician" en ese Misterio
y nos entrenan en el paso de la muerte a la vida. Paso que expresa la
liturgia cuaresmal con la palabra conversión: "cambio de mentalidad",
“cambio de dirección". Que nuestra mentalidad tantas veces lejana al
Evangelio, se convierta en mentalidad de Cristo. Que la vida cerrada a Dios y
al prójimo se abra con docilidad a la misericordia de Dios que vivifica y
al amor concreto a los hermanos que transfigura la realidad.
Rasguen los corazones,
no las vestiduras, conviértanse al Señor nos pide Dios por el profeta. Rasgar
el corazón es declarar su vulnerabilidad aceptando la tentación y dejándonos
embriagar por la visión esperanzada de la vida futura. Rasgar el corazón es
reconocer su dureza y sequedad, clamando con la Samaritana por el agua que da
Vida. Rasgar el corazón es, como el ciego de nacimiento, dejar que por
sus grietas pase la luz que disipa las tinieblas. Rasgar el corazón y dejar,
como Lázaro, que a través de las vendas de la muerte, la voz potente del
maestro contagie la vida.
Rasgar el corazón hoy,
con un lenguaje iluminado desde la Pascua y heredero del magisterio del Papa
Francisco que invitó e invita a la revolución de la ternura será para nosotros:
“enternezcan el corazón”
Enternezcan el corazón
para que la gracia que abundantemente nos regala el Dios de la vida los empape
y experimenten su salvación. Enternezcan el corazón para que ningún dolor ni
aflicción de los hermanos les resulte indiferente. Enternezcan el corazón para
sentir la suavidad de la ternura del Padre sobre las llagas y heridas de antaño
en la humanidad. Enternezcan el corazón para experimentar la alegría del amor
donado y compartido, que nunca nos deja insatisfechos.
Enternezcan el corazón
para anunciar con gozo, desde la propia carne, el Evangelio de la Vida
abundante. Este es signo exterior de una realidad interior de conversión y de
gracia de Dios que nos renueva en cada Pascua.
Conversión personal y
pastoral para una Iglesia en Cuaresma, no será solamente un pueblo que ayuna y
llora, sino sobre todo la de una comunidad que se pone a la escucha orante de
la Palabra viva de Dios. Una Iglesia que se deja moldear así por su
Señor experimenta de modo entrañable que la inteligencia del misterio de Cristo
vivido en plenitud consiste en “dejar libres a los oprimidos, partir su pan con
el hambriento, hospedar a los pobres sin techo...” Ayunar, para dar al prójimo.
Con este marco tan
cargado y fortalecido por la presencia de Dios los invito, como iglesia
Arquidiocesana, a reforzar sus esfuerzos y generosidad con el “gesto cuaresmal
solidario”. La experiencia de estos años ha puesto de manifiesto la vitalidad
de las palabras del Señor en el corazón de cada uno de ustedes, que se ha hecho
gesto en el compromiso de nuestra Iglesia en Buenos Aires con sus miembros más
débiles.
Que Dios les regale una
profunda Cuaresma solidaria y una santa y gozosa Pascua.
Cardenal
Mario Aurelio Poli
Arzobispo
de Buenos Aires
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