sábado, 2 de agosto de 2014

Lecturas Domingo 18 durante el año (3 de agosto de 2014)

Para ir rezando...

Lectura del libro del profeta Isaías     (55, 1-3)
Así habla el Señor:
 ¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero, venga también!
Coman gratuitamente su ración de trigo, y sin pagar, tomen vino y leche.
¿Por qué gastan dinero en algo que no alimenta y sus ganancias, en algo que no sacia?
Háganme caso, y comerán buena comida, se deleitarán con sabrosos manjares.
Presten atención y vengan a mí, escuchen bien y vivirán.
Yo haré con ustedes una alianza eterna, obra de mi inquebrantable amor a David.
Palabra de Dios.

SALMO     Sal 144, 8-9. 15-16. 17-18 (R.: cf. 16)
R. Abres tu mano, Señor, y nos colmas de tus bienes.
El Señor es bondadoso y compasivo, / lento para enojarse y de gran misericordia; / el Señor es bueno con todos / y tiene compasión de todas sus criaturas. R.
Los ojos de todos esperan en ti, /y Tú les das la comida a su tiempo; /abres tu mano y colmas de favores /a todos los vivientes. R.
El Señor es justo en todos sus caminos / y bondadoso en todas sus acciones; / está cerca de aquellos que lo invocan, /de aquéllos que lo invocan de verdad. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma     (8, 35. 37-39)
Hermanos:
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?
Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a Aquél que nos amó.
Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     (14, 13-21)
Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos.
Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos».
Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos».
Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados».
«Tráiganmelos aquí», les dijo.
Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Palabra del Señor.


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