Desgrabación
de la Homilía del Sr. Arzobispo de Buenos Aires Cardenal Jorge Mario
Bergoglio s.j., en el Santuario de San Pantaleón con motivo de
su Fiesta Patronal
En la primera
lectura del Profeta Isaías escuchamos: “Qué hermosos son los pasos sobre la
montaña, del que trae la Buena Noticia, del que proclama la paz, del que anuncia
la felicidad”. Y en el Evangelio escuchamos a Jesús desde la montaña, desde el
monte. Y El ha venido a traernos una Buena Noticia, a proclamar la paz, a
anunciar la felicidad.
Y desde esa montaña nos indica el camino para esa felicidad, es un
camino que cuesta entenderlo porque parece un camino al revés y sin embargo el
Señor nos marca el rumbo mirando el fin: el que va por este camino es feliz,
tarde o temprano, es feliz.
A veces uno se
pregunta como puede ser feliz un pobre de corazón, porque su único tesoro es el
reino de los cielos; a ése que tiene el corazón despojado, sin tanta chuchería
mundana... a ése lo espera el reino de los cielos. Cómo pueden ser felices los
que lloran? Bienaventurados los que lloran, porque esos serán consolados. El que
no sintió alguna vez en la vida la tristeza, la angustia, el dolor nunca va a
conocer la caricia del consuelo; es tan linda la caricia del consuelo... Uno
podría decir que una maldición, gitana o no gitana, que le puede desear a otro
sería “Ojalá que no puedas llorar nunca”... pobre el hombre o la mujer que tenga
el corazón de piedra y no pueda llorar, por eso felices los que lloran porque
tienen capacidad de conmoverse, tienen capacidad de percibir desde su corazón,
tanto dolor suelto, tanto dolor que tiene en su propia vida. Esos serán felices!
porque serán consolados por la tierna mano del Padre Dios que los consuela y los
acaricia.
Bienaventurados
los pacientes! Nosotros que somos impacientes, nerviosos... que por cualquier
cosa nos quejamos... Cuántas veces andamos a los gritos?? Bajemos el tono hacia
la paciencia; nos impacientamos, cualquier cosa nos hace explotar, las
exigencias... Miremos a esas mujeres que son madres, madrazas, buenas madres y
miremos la paciencia que tienen para con sus hijos; como los van acompañando a
lo largo de la vida.
La paciencia frente al dolor... El que se pone nervioso por
cualquier cosa termina con los cables pelados, ¿o no? Entonces no hay que
ponerse nervioso. Además, el que está exigiendo, imponiéndose a los gritos o con
nervios o con autoridad en el fondo se la creyó, que es el patrón del mundo y no
es así; somos todos hijos de Dios.
Y por eso el
Señor nos dice que el
camino es el de la paciencia; es el camino que usó Jesús... el de
la paciencia.
Ya de chiquito, cuando era un niño de pecho tuvo que aguantar
el destierro y después la calumnia, la difamación, la desinformación, de todos
sus enemigos; tuvo que aguantar un tribunal injusto y se la bancó... Tuvo que
aguantar la cruz y eso con amor. El Señor de la paciencia. Entonces
Jesús nos dice: Felices los pacientes porque el que tenga
paciencia va a heredar la
tierra. Todos lo van a querer, todos lo van a amar, la
paciencia del que escucha y del que aguanta porque para muchas cosas hay que
tener aguante, ¿o no?
Felices los que
tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados... Felices esos hombres y
mujeres que no toleran una injusticia! Felices esos hombres y mujeres que no
toleran que al hermano o a la hermana le hagan una injusticia, que le roben la
vida, que lo sometan, que lo esclavicen. Felices! porque serán saciados de una
gran justicia: la justicia que sólo viene de Dios.
Y ésta es la mas
linda o por lo menos es la que mas me gusta a mí... Será porque como soy muy
pecador es la que mas necesito. Felices los misericordiosos porque obtendrán
misericordia. Feliz aquel que sabe perdonar, que tiene misericordia para los
demás, que no anda condenando a cada rato a todo el mundo. Todos nosotros
necesitamos que Dios nos tenga misericordia y por eso lo pedimos al comenzar la
misa: “Señor ten piedad de nosotros”. Tené misericordia de nosotros porque todos
tenemos fallas y necesitamos que El nos perdone... pero si nosotros no la
tenemos con los demás no seremos felices! Abramos nuestros corazones a la
misericordia de Dios o al revés, abrimos nuestro corazón porque nos damos cuenta
de toda la misericordia que Dios tiene con nosotros. Le decimos continuamente:
Perdoná nuestras ofensas, en el Padre Nuestro...pero no solo eso... sino que
además decimos “Así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Esa es la
misericordia.... pero Padre… si uno va por este camino juega a perdedor?
El cristiano
juega a perdedor! Esta claro eso? Acá no venimos ni para trepar, ni para
acomodarnos ni para tener grandes fortunas sino que venimos para seguir a Jesús.
Y El jugó a perdedor para ganar después en la resurrección, en la vida eterna;
el camino de la
misericordia, el
camino del perdón, de hacerse el distraído frente al camino de
las ofensas y no el de la venganza...
Felices los que
trabajan por la paz porque serán llamados hijos de Dios.... Vieron que hay gente
que siempre está armando líos, siempre está lleva ndo cuentos. Yo no sé si esto pasa acá pero vieron
que hay gente que se la pasa lleva ndo
chismes de un lado a otro y esos no siembran paz. Siembran cizaña: son
cizañeros. Esos no pueden ser felices. Los que siembran paz, son misericordiosos
y pacientes serán llamados hijos de Dios. Porque nuestro Dios siembra paz;
sembró a su Hijo entre nosotros que nos dio la
paz!.
Por este camino
vamos a tener la felicidad, y podríamos seguir. Pero quiero retomar algo tan
lindo que escuchamos en la primera lectura: Qué hermosos son sobre la montaña
los pasos del que trae la Buena Noticia, del que proclama la paz, del que
anuncia la felicidad.
Y es Jesús el que nos trae la paz y la felicidad pero por este
camino que acabamos de escuchar; por eso entre la primera y la segunda lectura
escuchamos ese salmo tan bonito: Feliz el hombre que no sigue el consejo del
impío... el consejo malo que dice ¨devolvésela¨, ¨pegale, ¨hacele¨ïnsultá"...
eso no sirve; ni tampoco va por el camino de los malos: ¨coimeá¨,
¨robá¨... ni frecuenta la reunión de los malvados: “A ver como podemos hacer
caer a éste o a aquél otro”, sino feliz el hombre que se alegra en la ley del
Señor y la medita día y noche. Y la ley del Señor son estas bienaventuranzas que
hemos escuchado. que ustedes durante este año las han venido meditando en el
Santuario, hasta tal punto de ir asimilándolas.
Hoy en el día del
Santo Patrono, pidámosle esa gracia de tener un corazón despojado, la gracia de
poder llorar. la gracia de la paciencia, la gracia de luchar y trabajar por la
justicia, la gracia de ser misericordiosos, la gracia de trabajar por la paz, de
sembrar paz y no guerra ni pelea. Este es el camino que nos va a hacer felices y no
el otro de que termina ahí nomás.
Le pedimos hoy a
nuestro Santo Patrono San Pantaleón, que nos ayude a caminar este camino que fue
por el que él anduvo.
Que así sea.
Cardenal
Jorge M.
Bergoglio , s.j.
Buenos Aires, 27
de julio de 2012.
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