Este artículo estaba pensado para salir en un diario. Lamentablemente no salió por eso lo publico en el blog...
Sin querer ser un eslogan es la
imagen que me vino a la mente cuando por distintos medios se empezó a hablar
del bautismo.
Irrumpió como una novedad en los
medios algo que en la vida de la
Iglesia es muy normal. Pero parece que no se conoce.
Dos eventos son los que me llevan a
la reflexión. Uno, el bautismo de los hijos de Florencia de la V y el otro son las palabras que
compartió en la homilía de la misa de clausura del Encuentro de Pastoral Urbana
el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, afirmando que en
algunas parroquias del gran Buenos Aires se les negaba el sacramento a hijos de
madres solteras.
El texto al que me refiero es el
siguiente: “Con dolor lo digo, y si
parece una denuncia o una ofensa, perdónenme, pero en nuestra región
eclesiástica hay presbíteros que no bautizan a los chicos de las madres
solteras porque no fueron concebidos en la santidad del matrimonio. Éstos son
los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia. Los que
apartan al pueblo de Dios de la salvación. Y esa pobre chica que, pudiendo
haber mandado a su hijo al remitente, tuvo la valentía de traerlo al mundo, va
peregrinando de parroquia en parroquia para que se lo bauticen”.
Mi sorpresa fue mayor cuando Elizabeth
Vernaci lo comentó en la radio, aplaudiendo lo que dijo Bergoglio y, si mal no
entendí, diciendo que quisiera que su hijo tomara la comunión.
Todo esto me dejó pensando: ¡si hace
años que no se le niega el bautismo a nadie! Pero si ¡ningún chico puede ser
privado de la comunión!
Es doloroso descubrir que en algunos
lugares esto sea así. Ya hace más de 10 años, en la llamada Región Buenos Aires,
todos los obispos se habían puesto de acuerdo y se había dispuesto que no se
niegue bajo ningún aspecto el bautismo a ningún chico. Discriminar por la cuna
es de hipócritas.
Me sorprende mucho más que no se
sepa que se bautiza siempre y que en casi todas las parroquias y capillas se
prepara a los chicos para su comunión sin preguntar la situación de los papás,
si están casados, separados o sos madre soltera; lo único que se pide es que
los acompañen, y esto muchas veces hace que toda la familia se acerque
nuevamente a una vida construida en la fe.
De fondo y como gran derecho humano
está el derecho de esos chicos a recibir los sacramentos más allá de la
situación de los papás.
En muchas comunidades, y
especialmente en los santuarios, hay catecumenados —procesos de preparación
para comprender de qué se trata recibir los sacramentos— pensados para los
jóvenes y adultos que trabajan y tienen poco tiempo, y que muchas veces participan
pero le falta alguno.
Incluso se hacen pequeños
itinerarios de 3 meses —como en mi parroquia— donde también se facilita el
acceso al sacramento del matrimonio a quienes hace años están juntos y por
diversas razones no se casaron.
No es ni el pensamiento de la Iglesia ni la enseñanza de
Jesús el que alguien quede afuera. Como bien dijo el cardenal Bergoglio en esa
misma homilía son “los fariseos de hoy”. A ésos “Jesús no los banca” y creo que
no me “bancaría” Jesús a mí, ni yo a mí mismo, si me plantara en la puerta de
mi parroquia querida de villa lugano y no dejara entrar a quienes se acercan
pidiendo bendición y vida en la fe para sus hijos.
Ser cristiano no es una idea o una
doctrina. Ser cristiano es una manera de vivir, de ser humano con otros, hacia
otros, con los otros. Irradiando testimonio de amor y fraternidad. De mirada de
comprensión hacia toda la humanidad. Y el bautismo es una puerta privilegiada
para comenzar a vivir una vida nueva, con la cabeza y el corazón oxigenados más
allá de un imaginario.
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