La
misa fue presidida por el cardenal Jorge Mario Bergoglio
s.j., concelebrada por monseñor Guillermo Rodríguez Melgarejo -obispo
de San Martín-, monseñor Luis Fernández -auxiliar de Buenos Aires y
vicario zona Flores-, monseñor Joaquín Sucunza -Vicario General de la
Arquidiócesis de Buenos Aires-, monseñor Oscar Ojea -obispo de San
Isidro-, monseñor Eduardo García -pro vicario general de la Arquidiócesis
de Buenos Aires-, monseñor Raúl Martín -auxiliar de Buenos Aires y
vicario zona Devoto-, monseñor Jorge Rubén Lugones -obispo de Lomas de
Zamora- y monseñor Vicente Bokalic Iglic -auxiliar de Buenos Aires y
vicario zona Centro- y veinte sacerdotes.
A continuación la desgrabación de la homilía del cardenal Jorge Mario
Bergoglio s.j. en ocasión de la misa de clausura del Encuentro 2012 de Pastoral
Urbana Región Buenos Aires.
Para descargar y escuchar la homilía
Los
textos de la misa corresponden al domingo 22.
La
escucha de la palabra me hizo sentir tres cosas: cercanía, hipocresía y
mundanidad.
La
primera lectura dice "¿Existe acaso una nación tan grande que tenga sus dioses
cerca de ellos como el Señor nuestro Dios está cerca de nosotros?".
Nuestro Dios es un Dios que se aproxima. Un Dios que se hace cercano.
Un Dios que empezó a caminar con su pueblo y luego se hizo uno de su pueblo en
Jesucristo para hacerse cercano. Pero no con una cercanía metafísica sino con
esa cercanía que describe Lucas cuando va a curar a la hija de Jairo, que la
gente lo apretujaba hasta sofocarlo mientras la pobre vieja de atrás le quería
tocar el borde del manto. Con esa cercanía de la multitud que quería hacer
callar en la entrada de Jericó al ciego que a los gritos pretendía hacerse oír.
Con esa cercanía que dio ánimo a esos diez leprosos para pedirle que los
limpiara. Jesús estaba metido en la cosa. Nadie se quería perder esa cercanía,
incluso el petiso que se subía al sicómoro para verlo.
Nuestro Dios es un Dios cercano. Y es curioso: Él curaba, hacía el
bien. San Pedro lo dice clarito: "Pasó haciendo el bien y sanando". Jesús no
hizo proselitismo: acompañó. Y las conversiones que lograba eran precisamente
por esa actitud suya de acompañar, enseñar, escuchar, hasta tal punto que su
condición de no ser un proselitista lo lleva a decir: "si ustedes también se
quieren ir váyanse ahora, no pierdan tiempo. Vos tenés palabra de vida eterna,
nos quedamos". El Dios cercano, cercano con nuestra carne. El Dios del encuentro
que sale al encuentro de su pueblo. El Dios que -voy a usar una palabra linda de
la diócesis de San Justo-: el Dios que pone a su pueblo en situación de
encuentro.
Y con esa cercanía, con ese caminar,
crea esa cultura del encuentro que nos hace hermanos, nos hace hijos, y no
socios de una ONG o prosélitos de una multinacional. Cercanía. Esa es la propuesta.
La
segunda palabra es hipocresía. Me llama la atención que san Marcos, siempre es
tan conciso, tan breve, que le haya dedicado tanto a este episodio -y conste que
en esta versión litúrgica está recortado y es más largo todavía- parece que se
ensaña con los que se hacen lejanos, con aquellos que el mensaje de la cercanía
de ese Dios, que viene caminando con su pueblo, que se hizo hombre para ser uno
más y caminar, han tomado esa realidad, la han destilado a lo largo de las
tradiciones de ellos, la han hecho idea, la han hecho puro precepto y la han
alejado a la gente.
Jesús sí que los va a acusar de prosélitos a éstos, de hacer
proselitismo. Ustedes recorren medio mundo para buscar un prosélito y después lo
matan con todo esto. Alejaron a la gente.
Los
que se escandalizaban cuando Jesús iba a comer con los pecadores, con los
publicanos, a éstos Jesús les dice "los publicanos y las prostitutas los van a
preceder a ustedes", que era lo peorcito de la época. Jesús no los banca. Son
los que han clericalizado -por usar una palabra que se entienda- a la Iglesia
del Señor. La llenan de preceptos y con dolor lo digo, y si parece una denuncia
o una ofensa, perdónenme, pero en nuestra región eclesiástica hay presbíteros
que no bautizan a los chicos de las madres solteras porque no fueron concebidos
en la santidad del matrimonio. (aplausos)
Éstos son los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia.
Los que apartan al pueblo de Dios de la salvación. Y esa pobre chica que,
pudiendo haber mandado a su hijo al remitente, tuvo la valentía de traerlo al
mundo, va peregrinando de parroquia en parroquia para que se lo bauticen.
A
éstos que buscan prosélitos, los clericales, los que clericalizan el mensaje,
Jesús les señala el corazón, les dice "del corazón de ustedes salen las malas
intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la
avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la
difamación, el orgullo, el desatino…". Flor de piropo, ¿eh? Así les pasa la mano
de bleque. Los denuncia.
Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisaica. La Iglesia del
"vengan adentro que les vamos a dar las pautas acá adentro y lo que no entra no
está" es fariseísmo.
Jesús nos enseña el otro camino: salir. Salir a dar testimonio, salir
a interesarse por el hermano, salir a compartir, salir a preguntar. Encarnarse.
Contra el gnosticismo hipócrita de los fariseos, Jesús vuelve a
mostrarse en medio de la gente entre publicanos y pecadores.
La
tercera palabra que me tocó es el final de la carta de Santiago: no contaminarse
con el mundo. Porque si bien el fariseísmo, este "clericalismo" entre comillas
nos hace daño, también la mundanidad es uno de los males que carcomen nuestra
conciencia cristiana. Esto lo dice Santiago: no se contaminen con el mundo.
Jesús en su despedida, después de la cena, le pide al Padre que lo salve del
espíritu del mundo. Es la mundanidad espiritual. El peor daño que puede pasar a
la Iglesia: caer en la mundanidad espiritual. En esto estoy citando al cardenal
De Lubac. El peor daño que puede pasar a la Iglesia incluso peor que el de los
papas libertinos de una época. Esa mundanidad espiritual de hacer lo que queda
bien, de ser como los demás, de esa burguesía del espíritu, de los horarios, de
pasarla bien, del estatus: "Soy cristiano, soy consagrado, consagrada, soy
clérigo". No se contaminen con el mundo, dice Santiago.
No a
la hipocresía. No al clericalismo hipócrita. No a la mundanidad
espiritual.
Porque esto es demostrar que uno es más empresario que hombre o mujer
de evangelio.
Sí a
la cercanía. A caminar con el pueblo de Dios. A tener ternura especialmente con
los pecadores, con los que están más alejados, y saber que Dios vive en medio de
ellos.
Que
Dios nos conceda esta gracia de la cercanía, que nos salva de toda actitud
empresarial, mundana, proselitista, clericalista, y nos aproxima al camino de
Él: caminar con el santo pueblo fiel de Dios.
Que
así sea.
Cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j.
Buenos
Aires, 2 de septiembre de 2012
La
Región Buenos Aires que está participando de este ENCUENTRO está compuesta por
la Arquidiócesis de Buenos Aires y las Diócesis de Avellaneda-Lanús, Gregorio de
Laferrère, Lomas de Zamora, Merlo-Moreno, Morón, San Isidro, San Justo, San
Martín, San Miguel y Quilmes.
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