En estas líneas se relata brevemente la historia de la Marcha de Corpus en nuestra ciudad de Buenos Aires... para saber un poquito que es lo que hacemos.
En los últimos años de la década de los ’80 se verificaba la
poca participación de los jóvenes en la celebración arquidiocesana del Corpus
Christi. Si bien, habían existido algunos intentos de incorporar más a los
chicos/as de las distintas comunidades (cuando la Misa se celebraba en la Av. 9 de Julio y se los invitó
a llevar sus instrumentos musicales, por ej.) el resultado no terminaba de ser
del todo positivo. Tal vez, por carecer de una clara convocatoria, una buena
razón para ir, quizás también, por ser una celebración poco festiva y menos participativa,
finalmente, lo que se comprobaba era, la casi ausencia de jóvenes en esta
fiesta de la Iglesia
de Buenos Aires, con la sola participación de adultos (más o menos grandes)
para quienes Corpus Christi evocaba en ellos acontecimientos importantes de la historia
del país pero desconocidos para las generaciones más jóvenes.
Teniendo a la misa, como casi el único motor de la
celebración difícilmente se podía lograr la participación amplia del Pueblo de
Dios y mucho menos de los jóvenes. De allí que, Corpus se convirtiera, para los
adultos mayores, en una suerte de “pieza de museo” a conservar a lo largo del
tiempo, tratando de impedir su desaparición. Para los más grandes, Corpus tenía
como trasfondo el ser una especie de “catolicazo” de la Iglesia porteña, es decir,
una cierta demostración de fuerza y de poder de convocatoria de la Iglesia de Buenos Aires a
la sociedad laica.
Hay que reconocer también que, para gran parte del clero
porteño, Corpus se había transformado en una especie de “enfermo terminal” del
que sólo se podía esperar su fin. De allí, la poca participación de los
sacerdotes, con la consiguiente escasa motivación de sus comunidades para
hacerse presente en esta Fiesta. Así mismo, es justo destacar que, muchos
sacerdotes seguían yendo por un sano y firme espíritu de comunión eclesial.
Con este panorama, el frío de la fiesta no estaba dado
principalmente, por el clima del mes de junio en Buenos Aires, sino sobretodo,
por el espíritu que animaba a los sacerdotes y fieles a la participación de
esta celebración.
En el año 1990 surge el deseo, de parte del encargado en ese
momento de la Pastoral
Juvenil , de hacer participar más masivamente a los jóvenes en
la fiesta de Corpus. Es así como, algunos sacerdotes, que en aquel tiempo
pertenecían al Decanato de Versalles, proponen ir con los jóvenes, pero
caminando. La idea se charla, se comente y tiene aceptación de varios
sacerdotes y seminaristas que trabajan con juventud. Así nace la Marcha de Corpus. La primer
hojita de contenido se elaboró en el mismo Seminario Metropolitano.
Se presenta como gesto de fe en la ciudad animado por los
jóvenes. Por eso se propone caminar con las imágenes de Jesús y la Virgen y, para que sea un
hecho evangelizador se decide entregar en el camino las estampas del Señor y su
Madre y recoger las intenciones de la gente que luego se ofrecerían en la Misa.
Dada la aceptación de la propuesta, ya en la primer marcha,
se constituyen dos columnas: la columna “madre” desde el Santuario de San
Cayetano de Liniers y otra desde Belgrano que en ese año partió desde la
Parroquia de Luján Castrense. Ambas concluyeron en la intersección de las
Avenidas de Mayo y 9 de Julio donde se realizó la Misa.
En la evaluación de esta primer marcha se destacó la
participación alegre y festiva de una respetable cantidad de jóvenes así como
el deseo de ellos de seguir realizando esta Marcha.
En esta primera oportunidad se entregaron 25.000 estampas de
Cristo y la Virgen ,
se recogieron 1.600 intenciones para la
Misa y se caminó bajo el lema “¿Estamos vivos?”.
De esta marcha se concluye, la vigencia de la fe en el
Pueblo de Dios de la ciudad que se reúne en torno a Jesús y su Madre y se
comienza a vislumbrar y extender para muchos, a la calle y a las plazas de
Buenos Aires, como un desafío para la Evangelización.
En el año ’91 convoca con el lema: “No está muerto quien
camina” y con nuevo Obispo en la Arquidiócesis. La marcha crece un poco más en
participación pero no es del todo asumida por la gente que prepara la Misa de Corpus; es más,
genera cierta oposición y, como consecuencia, se produce un retroceso en la
liturgia que, en sus formas no incorpora a todos los sectores que participan.
Al faltar los sacerdotes que dieron origen a la iniciativa, se carece de
organización en la Marcha.
Sin embargo, se suma este año una nueva columna: Villa
Urquiza, que sale desde la parroquia de Nuestra Señora del Carmen. En Parque
Rivadavia los scouts de la
Parroquia de Caacupé preparan algo para tomar.
En el año 1992 se realiza la 3º Marcha que se adhiere a la
celebración de los 500 años de Evangelización de América Latina. El lema es:
“Se hace camino al andar”, y el mismo grupo de sacerdotes organiza la Marcha. Se incorporan
al camino las imágenes de la
Virgen de Guadalupe, Santa Rosa de Lima y San Martín de
Porres, santos de nuestra tierra. Es en esta marcha que nace el acto de Plaza
Congreso, como un modo de cierre de la Marcha dado que la Misa tal cual se celebraba
distaba mucho de ser la culminación festiva de la marcha de los jóvenes. En
esta oportunidad se hace mención en Congreso del próximo inicio de la Peregrinación Misionera
por América Latina de Jesucristo y la
Virgen , a cargo de uno de los sacerdotes de la Peregrinación.
En la 4ª Marcha (1993), se nota mayor organización y
fundamentalmente, el deseo de unificarla con la Misa. Un integrante de la
comisión de la Marcha
se incorpora a aquellos que preparan la celebración de la Eucaristía.
Se camina bajo el lema: “Hay que seguir andando nomás” y en
camino se entrega también una suerte de catecismo popular que expresaba: “Te
bendecimos, Jesús, hijo de Dios, por hacerte compañero de nuestro camino. Te
damos gracias por alimentar nuestra vida con tu Cuerpo y con tu Sangre”. En la
celebración del Congreso se contó con el testimonio de uno de los peregrinos
por América Latina.
De la 5ª Marcha (1994) no tenemos mayor memoria que una
hijota repitiendo los contenidos y criterios básicos de las anteriores. Tampoco
recordamos que haya habido un lema específico.
En la 6ª Marcha (1995) además de destacarse el crecimiento
de la convocatoria para la columna de Liniers, fue negativo el acompañamiento
de la Policía
que, en Primera Junta, después de demorarnos 15 minutos nos dejaron solos
porque pretendían hacernos caminar por la calle Rosario e Hipólito Irigoyen.
En esta oportunidad el lema fue: “Cristo entre nosotros”,
unificado con el de la Misa.
Fue importante el testimonio de los jóvenes en Congreso. Este
año se tomaron imágenes de foto y video con las cuales se elaboró para el
siguiente año, el video de la marcha y una carpeta de fotos con el texto del
guión del mismo video.
Al año siguiente –1996- en la 7ª Marcha , se siguió
destacando el crecimiento de la convocatoria; por otro, se sumó la invitación a
realizar en la Casa
de los Jóvenes, el pre-Corpus (encuentro preparatorio a la Marcha y Celebración) para
desarrollarlo luego cada uno en su propia comunidad. En este año se agregó
también como material, el video que tuvo buena aceptación; además se entregó
con anterioridad cancioneros y cassettes.
Al crecer mucho la columna de Plaza Once, aparece la
dificultad para sonorizarla adecuadamente en toda su extensión. Por otro lado,
resultó negativa la ubicación del altar sobre la calle Bolívar porque los
chicos quedaron muy lejos, por lo cual no pudieron ver ni escuchar como
corresponde.
En la marcha de 1997, se notó aún más chicos participando y
también de colegios estatales. Se intentó llegar a los medios de comunicación
obteniendo un resultado relativamente bueno. En la evaluación se destaca el
impacto que produce la alegría, los cantos y el baile que le dan un clima de
verdadera fiesta a la Marcha.
En el año de 1998 se nota, una vez más, el incremento de
participantes en Liniers y Belgrano; en Pompeya hubo menos porque coincidió con
el día de San Antonio. Las parroquias del centro se suman desde Once. Siempre
hay cierta dificultad con la distribución del material previo como para que
llegue a tiempo y a todas las comunidades. La animación y el canto de la Misa estuvieron más de
acuerdo con lo habitual de cualquier parroquia lo cual, resultó pequeño avance
y una señal de tener, a partir de ese año, un nuevo Arzobispo. Se caminó bajo
el lema: “Animados por el Espíritu caminemos hacia Jesús”.
En la décima Marcha (1999) se camina con el lema: “Caminemos
con Cristo hacia la fiesta del Padre”. El material previo se logró que llegara
con la suficiente anticipación como para poder utilizarlo, en distinta medida,
en las comunidades.
Vale recordar que, tanto en las Marchas del ’98 como en la
del ’99 se incorporó una celebración previa a la salida que incluye una
adoración al Smo. Asimismo, este año se sumaron desde Plaza Once al camino, las
dos imágenes grandes de Cristo y de la Virgen de Luján, semejantes a las del díptico de la Misión de los jóvenes a los
jóvenes. Fue muy impactante.
Sigue impresionando y desbordando la cantidad de jóvenes que
caminan cada año en la Marcha ;
por este mismo motivo se ve la necesidad de reunirse previamente con la Policía , porque el caos
del tránsito cada vez es mayor. Se calcula que, a partir de Once, la columna
tenía 7 cuadras de largo.
Gran aceptación tuvo la celebración de Congreso con las
palabras y el gesto a cargo de Mons. Bergoglio; fue muy bien recibido. La
dificultad que existió allí, fue la ubicación del escenario que fue puesto casi
en la esquina de Rodríguez Peña, donde no había buena visibilidad; este cambio
obedece al cierre con rejas del monumento del Congreso.
Por la cantidad de chicos, seguía habiendo inconvenientes en
el acceso y en la ubicación de ellos en la Plaza de Mayo; este es otro tema a charlar
previamente con los organizadores de la Eucaristía.
Durante los primeros años del nuevo milenio la participación
de los jóvenes en la marcha decayó, excepto en el año santo 2000, año en que fue
muy importante la participación y protagonismo en todos los eventos que la Iglesia organizó en aquel
Jubileo.
A pesar de esto se consolidaron cabeceras desde las que
partían las columnas de las cuatro vicarías, San Cayetano de Liniers, Pompeya,
Ntra. del Carmen de Urquiza e Inmaculada Concepción de Belgrano. Y las
gigantografías de Cristo y de la
Virgen de Luján comenzaron a acompañar a la marcha desde las
cabeceras.
Cada una de las cabeceras también agregó, además de los
carteles de cada parroquia que siempre estuvieron en cada marcha, un gran
pasacalles que reza “Marcha juvenil de Corpus Christi”. Y durante estos años
también se consolidó el mensaje que el cardenal dirigía a los jóvenes desde un
escenario ubicado en Av. de Mayo y Piedras.
La animación de cada columna continúo siempre incentivando
el canto durante todo el trayecto, y también la recolección de intenciones, que
luego se acercarán al altar de la Catedral. Así se fue gestando en cada cabecera un
grupo que cada año se encargó de la oración de salida, de los carritos de
sonido, y los cancioneros.
En 2003 la lluvia sorprendió la organización de la Eucaristía , y la mima
se realizó dentro de la Catedral.
El cardenal diría: “Este año lo recordaremos como el año en
el que la plazo entró en la
Catedral ”. A pesar de la lluvia, la convocatoria fue tanta
que varios quedaron fuera.
También cada vez más la reunión de las cuatro columnas en
Once fue haciendo que varios jóvenes comenzaran a marchar desde este punto. En
el que en 2005 fue muy conmovedora la oración realizada en la Plaza de la Memoria por los 194
jóvenes fallecidos en la tragedia de Cromagnon el 30 de diciembre de 2004. La
oración, dirigida por Mon. Jorge Lozano, fue acompañada no solo por jóvenes
sino también por muchos familiares de los jóvenes fallecidos.
En aquel año comenzó a verse un importante resurgimiento en
la participación de la marcha. La misma se hacía tan larga que durante el
mensaje que dirigió Bergoglio muchos chicos tuvieron inconvenientes para
escucharlo.
A partir de este año la organización de la Eucaristía en Plaza de
Mayo separó un lugar específico para los jóvenes, hacia la Av. Saenz Peña, lo que
ayudó a los chicos a un acceso más cómodo, superando así la dispersión que
solía verse por toda la Plaza ,
además de sentirse “esperados” por todos los adultos, con un lugar importante en la Iglesia.
En 2006 el lema de la marcha fue “El vive entre nosotros”. Y
desde este año la Pastoral
de Jóvenes acompañó la organización mediante un subsidio, en el que se
proporcionaba material para la preparación previa en cada una de las
comunidades, y también algunas consideraciones prácticas acerca de la marcha.
También este año fue emocionante la participación de los familiares de los
fallecidos en Cromagnon, quienes acompañaron a la marcha llevando en andas una
imagen de Ntra. Sra. de la
Piedad.
Al año siguiente – 2007 –,
en Av. de Mayo y Piedras la gran columna se detuvo para escuchar el mensaje del
cardenal a los jóvenes y en un momento, se acercó a los gritos al altar una
persona en estado de ebriedad. Bergoglio dijo: "No teman. Es uno más de
los excluidos, 'sobrantes', a
los que debemos incluir en la sociedad". Este gesto, como muchos otros,
hizo que la marcha siempre pretenda convocar a “todos” a la Misa de Corpus Christi.
El lema aquel año fue “Esto
que soy, Esto te doy. En lo organizativo es importante destacar que las
vicarías zonales tuvieron un importante protagonismo en la organización de la
marcha. Lo que hiz o que la convocatoria
siguiera creciendo. En Av. de Mayo se pudo compactar la gran columna de chicos,
además de utilizarse equipos de sonido más potentes, y así lograr que todos
puedan escuchar mejor al cardenal.
Así seguimos creciendo año tras año hasta el presente…
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