Sus calles y lugares parecen estar invadidos por una presencia especial.
Sabemos de que se trata. San Francisco recorrió estas calles y habitó aquí.
El invierno hace que Asis esté solitaria, quizá por eso estuvo mejor: más silencio para contemplar.
Contemplar las maravillas de los hombres honrando a un hombre que no quería nada.
Quería ser santo, no para ser honrado, sino como respuesta a un amor de Dios que le pedía todo, y porque lo hizo, fue y es santo. Dios le pedía volver al evangelio y la daba la misión de reconstruir la Iglesia.
Iglesia necesitada de transformación desde dentro, profunda. Dejando formas para ir al interior, a la frescura del evangelio.
Ese espíritu me pareció encontrar. Volver a la raíz, pero ¿qué raíz?
Me vino la frase del Apocalipsis: "Volver al primer amor". Amor de seducción del Señor que invitaba, hoy renueva, a seguirlo buscando vivir el Evangelio, lo más simplemente posible.
Pensar en esto me llevó a el Papa Francisco y la elección de ese nombre.
Volver a las fuentes: la simplicidad del evangelio vivida con sencillez. Sus gestos me mostraron un poco lo que Dios le pide y creo me pide.
Es un tiempo de gracia y renovación. De pedido de perdón y de sanar heridas; incluso de barajar y dar de nuevo, y buscar aprender de lo vivido. De rezar más, contemplando lo que se hace, y buscando caminos para que muchos más se encuentren con el rostro verdadero de Jesús.
Estos días fueron y son de renovación, y creo también de misión.
En San Francisco me confío, al Señor pidamos la bendición y que María nos cuide y acompañe en este camino donde todos somos invitados a volver a la raíz del evangelio.
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